I Júcar offroad( 2ª parte)


Empezamos el día observando un nido de golondrinas a la altura de nuestra vista, el nido está hecho en la puerta de lo que ahora es un leñero pero en su tiempo fue una cuadra donde todavía se ven los pesebres que aliviaban la sed y el hambre a los animales de trabajo que hace mas de 100 años vivieron en la casa donde pudimos hacer noche. Todo está listo para volver a recorrer el camino que el día anterior hicimos para visitar la población vecina de Villagordo pero esta vez volvemos para recoger a Marcelo y comenzar ruta desde dicha población. Nos sentimos observados por los lugareños que habitan esta aldea únicamente en verano, sus miradas delatan su interés por desvelar cual es el sentido de nuestra misión con nuestras mochilas y nuestros atadillos con pulpos y fundas para proteger nuestros enseres.

La llegada nuevamente al pueblo me hace recordar al observar a la derecha restos de las fabricas de la familia Gosálvez que un día esta villa tuvo el privilegio de ser la primera población en tener luz eléctrica, a parte de sus múltiples empresas que dieron trabajo a tantos lugareños, hoy solo hay ruinas, ruinas con un cierto encanto y que en sus inmediaciones siempre hay varios coches y se puede ver gente merodear por los alrededores con sus grandes cámaras y trípodes, recuerdo una revista de moda que me enseñaron hace algún tiempo donde en la entrada principal de dicho palacio posaban unas chicas con sus pamelas de colores y trajes ceñidos sacados del mas puro estilo Italiano, posan justo al borde de la escalinata donde vio pasar entre otras cosas a las chicas que jovencitas llegaban a dar a luz a sus hijos por bondad de la familia que sin coste alguno se hacían cargo de un momento tan único y con tanto riesgo en esos momento, pero la familia Gosálvez que no tenían la posibilidad de tener descendencia les llenaría mas que nada en este mundo.

Al cruzar el puente también recuerdo como en cada ocasión que paso a 2 personas, que en las alturas tiene la mejor vista de este pueblo, con sus saltos de agua, sus divinos rincones, sus cuevas de champiñones, sus concentraciones de carrascas y pinos, sus inmensos campos de viña de espaldera, sus jardines al lado del río, su Parroquia de Santa María Magdalena donde vieron tantas alegrías y tantas penas, a estas personas les debo todo el amor a la naturaleza que ellos siempre me han trasmitido año tras año y que ahora descansan en el lugar mas bonito donde se puede contemplar todo lo que ellos mostraron a unos niños que no sabían nada en esos momentos y que ahora no olvidaran jamas.

Las Polas, ese es el nombre del restaurante que nos prepara el desayuno mientras esperamos a nuestro compañero para emprender la aventura, nos colocamos en una mesa de barra muy pequeña y sentados en pequeños taburetes nos recuerda a los antiguos pupitres del colegio, después de conversar con un lugareño de los destinos por donde pasaremos llega Marcelo, lo hace con su estética inconfundible, hace recordar un moto viajero con toda su casa a cuestas,  que podría sorprender al mundo con sus historias vividas con su esquelética pero gran motocicleta de 400 a la que no le falta detalle y que el mismo se ha encargado de ponerla apunto para la gran aventura.




Comenzamos por el cruce de la casa de la madera, es como llaman al lugar porque antaño existió una casa de madera que se quemó, ya estamos en la tierra y a partir de ahora empieza esta gran aventura de mas de 400 km por pistas, en el comienzo hay bastantes baches que las Van Van sufren al menos la mía que debido a mi peso es inevitable hacer tope en algunas de la regularidades del terreno, pero para esta ocasión hemos bajado nuestras Vans de presión hasta 1,25 medida que gana una amortiguación extra que realmente funciona, en todo este trayecto llevamos el río a nuestra izquierda, entramos en una zona donde se estrecha algo mas el camino y comienza a dibujar el terreno algunas raíces que dan mas emoción al momento, delante de el abuelo y mío saltan y corren como dos niño los dos endureros de la prueba, Marcelo y Suso, el abuelo y yo nos limitamos a observar el entorno y relajar nuestras máquinas, nos encontramos algún que aspersor de riego que en su viaje circular alguno nos alcanza.

Llegamos al paraje natural de Quitapellejos, con su característico puente de tablones de madera que cruza el puente y que en sus inmediaciones hay una pequeña playa que muchos lugareños procedentes de Fuensanta visitan a menudo en verano para refrescarse, desde luego es un lugar único para relajarse con su sonido del agua, los cantos de los pájaros y esa espectacular vista al entorno que muy bucólica hace al haber siempre algún tronco de árbol atravesando el paso del curso lento del agua turquesa por este punto. A partir de este es un terreno muy valorado por las pruebas de BTT de la región debido a su desnivel recordando un circuíto de motocross, es a partir de aquí que instalamos una cámara de vídeo a Suso para que nos muestre su disfrute, el abuelo y yo la hacemos por la parte de abajo hasta juntarnos con Marcelo y Suso que han disfrutado del terreno, arboles caídos, tramos de pequeñas dunas, piedras sueltas, algo de barro, el río a nuestra izquierda, raíces que incitan a saltar como un niño montado en su primera BH California.





Atravesamos la carretera que une La Roda con Tarazona pero nosotros seguimos por tierra, ahora el entorno es diferente, vemos muchos campos de vid y el río lo tenemos a nuestra derecha y en la izquierda una acequia que da riego a la zona  con mas sequía, ahora llegamos a la Marmota después de cruzar la carretera que une Tarazona con La Gineta y volvemos a tener el río a nuestra derecha, los caminos se dividen en 2 e incluso en 3 caminos pero siempre vuelven al mismo, llegamos a una zona con cientos de aspersores de riego y nos metemos dentro de los charcos como niños aunque algunos de ellos son muy complicados de evitarlos, el primer charco me cala hasta la chaqueta y dejo a la Susi como recien salida de un circuito de motocross, los invitados al evento andan detrás de un descuido para ponernos chorreando de barro. En pocos kilómetros hemos llegado de nuevo a la carretera y continuamos por otro camino de tierra para llegar al paraje llamado "El Torcío" en unos 4 km. continuamos carretera hasta "Las Mariquillas" donde nos dividimos Suso y yo para visitar dicho paraje donde conservan un molino de agua, dejamos las motos muy cerca de este, nos quedamos en segundos en traje de baño y sin pensarlo en segundos estamos metidos en el río de lleno, una familia nos mira con intriga con sus pies metidos en el agua, el molino que una vez estuvo activo ahora se agrieta y descolore junto a latas y desechos sin color por el sol, un chico nos observa desde una silla plegable mientras charlamos mientras perdemos el calor y el sudor de todo el día luchando con la tierra y el sol.





Comemos en un bar del mismo paraje, bajo una sombra de un techo de uralita y un ventilador de techo blanco, el menú es lo típico de la zona, patatas, huevos, chuletas a la brasa y una ensalada del terreno, tras nuestra larga tertulia sobre anecdotas de la ruta y tras discutir por donde continuar el camino lo hacemos por tierra y en Valdeganga nos dividimos todos menos Antonio para ver la Ermita de San Benito estos restos se encuentran a pocos metros del río y es denominado como "El Santo" es una ermita de estilo gótico realizada en roca caliza y argamasa, a pocos metros el puente que lleva el nombre de su población Puente Torres y que cruzamos por donde nos está esperando Antonio para seguir camino hacia Jorquera donde callejeamos por sus calles y subimos para ver su estampa más bonita desde el mirador.











Poco me cuesta convencer a Marcelo de no seguir ruta para quedarnos en Alcalá del Júcar viendo su playa y un escenario único en la zona que es el anochecer para encender decenas de luces que tantos anuncios publicitarios ha visto esta población, conversaciones, risas, buenos momentos en buena compañía...



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